Hoy fuimos al río Narmada, es el 5to río más grande de India. Es un río sagrado. Cuentan que un niño de 8 años tuvo un encuentro con Shiva en una de las cuevas a la orilla del río. Shiva le pregunto quien era y el niño respondió "no soy nada y soy todo". Otra leyenda cuenta que Shiva medito por ahí y su sudor se convirtió en el río Narmada.
Para llegar al río desde el ashram tuvimos que hacer un viaje en bus de dos horas. Yo siempre pensaba que siendo turista y usar un pañuelo para taparse la cabeza y la cara era apropiación cultural. Pero la verdad es que es necesario, hay muchísimo polvo, mucha contaminación y hay que cubrirse para cuidarse un poco. Además si uno va a los templos en algunos consideran una falta de respeto no cubrirse la cabeza.
Llegamos al río nos subimos a una lancha que nos llevo a Omkareshwar, uno de los templos a la orilla del río. Dicen que aquí fue donde el niño tuvo el encuentro con Shiva y que el templo no lo construyo nadie sino la misma naturaleza.
Estaba llenísimo. Yo no entré. Los templos son lindos pero mi fe no esta ahí. No necesito arrodillarme ante las estatuas. Para mi, Dios está en el río. Además hay que quitarse los zapatos para entrar y el lugar estaba super sucio. Si, que fresa pensarán. Pero cuando digo sucio me refiera a popo de vaca y mono en el piso. Escupidas de la gente y así. Uno lo piensa dos veces. Además yo no soy hinduista y quizás entrar a recibir la bendición si sería apropiación cultural. Si, estoy traumada con la apropiación cultural. Pero es que veo que los turistas acá tratan a los indios como que si fueran animalitos de zoológico y vienen a verlos y pensar "ay que bonitos y espirituales, ponganme a mi también el tercer ojo, bendiganme a ver si más de algo pasa." Tampoco soy quien para juzgar pero yo no quiero ser ese tipo de turista. Yo no hago colas para recibir bendiciones o el tercer ojo. Si llegan a dármelo lo recibo, si quieren compartirlo conmigo pues agradezco pero estoy intentando a toda costa no apropiarme de nada.
Entonces me senté en las gradas afuera del templo y esperé a los demás compañeros. No muchos entraron, por lo mismo, mucha gente y nadie se animo a quitarse los zapatos. Mientras yo estaba sentada en las gradas se me acerco una niña como de unos 6 años, me dijo algo en hindi que no entendí y se sonrió conmigo y con un poco de pintura de sándalo me hizo una figura como de unas olas en la frente y luego se fue corriendo.
Cuando volvieron a aparecer los demás compañeros del ashram nos subimos todos a la lancha y nos llevaron a una parte del río donde habían varias piedras y uno se podía meter o sentarse en una de las piedras. Me baje de la lancha y escogí una piedra, metí los pies en el agua y cerré los ojos. Wow, el agua es altamente energética. Podía sentir pequeñas vibraciones en los pies. Hubiera sido un lindo lugar para meditar pero el de la lancha nos estaba apurando. La verdad yo hubiera preferido quedarme ahí, ese era mi templo. Así que saque mis cristales y los lave en esa agua y regrese a la lancha.
La tercera parada fue otro templo, nunca nos dijeron como se llamaba. Pero este me gustó un poco más. No había tanta gente y habían monos por todos lados. Tampoco hice la cola para la bendición pero camine por todo el templo. La arquitectura era hermosa. No era tan grande. Del templo sale una pequeña catarata que va a dar al río. Me senté junto a la catarata y espere a los demás compañeros.
Me fije en una chava como de unos 15 años que estaba vendiendo cocos en las afueras del templo. Tenía TRES bebés. No parecían sus hermanos porque estaba dándole de mamar a uno mientras los otros dos estaban dormidos al lado, llenos de moscas. Se me rompió el corazón. No es justo. ¡No es justo este mundo para las niñas!
Me acerque a comprarle cocos. Me atendió con una felicidad que yo no pude entender. He decidido que lo que sea que compre se lo voy a comprar a las mujeres sobre todo si son niñas madres. Aquí la tienen super difícil. Es lo mejor que puedo hacer para solidarizarme.
Al salir de ese templo fuimos a comer. Nos dimos un gran banquete. En el ashram tenemos una dieta estricta sin muchos condimentos, comemos muchas lentejas y arroz. Pero los domingos es el día que podemos darnos gusto. Claro, con balance porque sino nos podemos enfermar.
Que maravilla, pedimos una cantidad industrial de naan con ajo, paneer de todos los sabores que tenían en el menú y unos lhassis MA RA VI LLO SOS. Somos bastantes compañeros y al principio cada uno pidio uno o dos platos pero a la hora de la hora compartimos todo porque todo valía la pena. Pasamos un rato muy agradable. Mis compañeros son unos geniales maestros de yoga y me parece re lindo que después de aquí nos vamos a esparcir por el mundo pero siempre tendremos con quienes practicar si seguimos viajando. Por ejemplo, si algún día voy a Francia ya sé a que estudio quiero ir.
Regresamos al ashram muy cansados y todos nos fuimos directo a la cama. Fue un lindo día.
Para llegar al río desde el ashram tuvimos que hacer un viaje en bus de dos horas. Yo siempre pensaba que siendo turista y usar un pañuelo para taparse la cabeza y la cara era apropiación cultural. Pero la verdad es que es necesario, hay muchísimo polvo, mucha contaminación y hay que cubrirse para cuidarse un poco. Además si uno va a los templos en algunos consideran una falta de respeto no cubrirse la cabeza.
Llegamos al río nos subimos a una lancha que nos llevo a Omkareshwar, uno de los templos a la orilla del río. Dicen que aquí fue donde el niño tuvo el encuentro con Shiva y que el templo no lo construyo nadie sino la misma naturaleza.
Estaba llenísimo. Yo no entré. Los templos son lindos pero mi fe no esta ahí. No necesito arrodillarme ante las estatuas. Para mi, Dios está en el río. Además hay que quitarse los zapatos para entrar y el lugar estaba super sucio. Si, que fresa pensarán. Pero cuando digo sucio me refiera a popo de vaca y mono en el piso. Escupidas de la gente y así. Uno lo piensa dos veces. Además yo no soy hinduista y quizás entrar a recibir la bendición si sería apropiación cultural. Si, estoy traumada con la apropiación cultural. Pero es que veo que los turistas acá tratan a los indios como que si fueran animalitos de zoológico y vienen a verlos y pensar "ay que bonitos y espirituales, ponganme a mi también el tercer ojo, bendiganme a ver si más de algo pasa." Tampoco soy quien para juzgar pero yo no quiero ser ese tipo de turista. Yo no hago colas para recibir bendiciones o el tercer ojo. Si llegan a dármelo lo recibo, si quieren compartirlo conmigo pues agradezco pero estoy intentando a toda costa no apropiarme de nada.
Entonces me senté en las gradas afuera del templo y esperé a los demás compañeros. No muchos entraron, por lo mismo, mucha gente y nadie se animo a quitarse los zapatos. Mientras yo estaba sentada en las gradas se me acerco una niña como de unos 6 años, me dijo algo en hindi que no entendí y se sonrió conmigo y con un poco de pintura de sándalo me hizo una figura como de unas olas en la frente y luego se fue corriendo.
Cuando volvieron a aparecer los demás compañeros del ashram nos subimos todos a la lancha y nos llevaron a una parte del río donde habían varias piedras y uno se podía meter o sentarse en una de las piedras. Me baje de la lancha y escogí una piedra, metí los pies en el agua y cerré los ojos. Wow, el agua es altamente energética. Podía sentir pequeñas vibraciones en los pies. Hubiera sido un lindo lugar para meditar pero el de la lancha nos estaba apurando. La verdad yo hubiera preferido quedarme ahí, ese era mi templo. Así que saque mis cristales y los lave en esa agua y regrese a la lancha.
La tercera parada fue otro templo, nunca nos dijeron como se llamaba. Pero este me gustó un poco más. No había tanta gente y habían monos por todos lados. Tampoco hice la cola para la bendición pero camine por todo el templo. La arquitectura era hermosa. No era tan grande. Del templo sale una pequeña catarata que va a dar al río. Me senté junto a la catarata y espere a los demás compañeros.
Me fije en una chava como de unos 15 años que estaba vendiendo cocos en las afueras del templo. Tenía TRES bebés. No parecían sus hermanos porque estaba dándole de mamar a uno mientras los otros dos estaban dormidos al lado, llenos de moscas. Se me rompió el corazón. No es justo. ¡No es justo este mundo para las niñas!
Me acerque a comprarle cocos. Me atendió con una felicidad que yo no pude entender. He decidido que lo que sea que compre se lo voy a comprar a las mujeres sobre todo si son niñas madres. Aquí la tienen super difícil. Es lo mejor que puedo hacer para solidarizarme.
Al salir de ese templo fuimos a comer. Nos dimos un gran banquete. En el ashram tenemos una dieta estricta sin muchos condimentos, comemos muchas lentejas y arroz. Pero los domingos es el día que podemos darnos gusto. Claro, con balance porque sino nos podemos enfermar.
Que maravilla, pedimos una cantidad industrial de naan con ajo, paneer de todos los sabores que tenían en el menú y unos lhassis MA RA VI LLO SOS. Somos bastantes compañeros y al principio cada uno pidio uno o dos platos pero a la hora de la hora compartimos todo porque todo valía la pena. Pasamos un rato muy agradable. Mis compañeros son unos geniales maestros de yoga y me parece re lindo que después de aquí nos vamos a esparcir por el mundo pero siempre tendremos con quienes practicar si seguimos viajando. Por ejemplo, si algún día voy a Francia ya sé a que estudio quiero ir.
Regresamos al ashram muy cansados y todos nos fuimos directo a la cama. Fue un lindo día.
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