Hoy fue un día duro para mi ego. Me desperté pensando en un par de cosas que me estaba perdiendo por no estar en Guate. En la meditación de la mañana me dolía el pecho. El ego se había convertido en un dolor físico.
Me lo han dicho desde el primer día aquí, no alimentemos el ego, dejemos ir, seamos humildes. Lo he hecho, lo intento todos los días con las pequeñas cosas y creía que ya estaba todo en orden. Pero éste camino es para siempre y apenas estoy empezando.Todos los días es un nuevo reto para trabajar en mi. Hoy el reto era eso, el ego.
Cerré mis ojos y lloré, lloré tanto dejando ir mi ego, soltando, aliviando el dolor que sentía en el pecho, exhalando TODO. Podía sentir la energía naciendo en mi abdomen, en manipur chakra, era tan fuerte que me estaba haciendo temblar.
Yo creía que era la onda porque me las llevaba de fuerte y humilde a la vez. Todo era una pantalla. Mi cuerpo me lo prestó el universo, es fuerte porque esta hecho del sol y la luna. No llorar no es ser fuerte, al contrario llorar es lo que nos hace fuertes. Mi humildad no está en mi sonrisa está en mi mente y en las acciones que hago cuando nadie me esta viendo. Está en cumplir con mi karma sin esperar nada a cambio.
Por eso me estaba doliendo. Porque el fruto de mi trabajo no es la meta. Trabajar por el salario, por los premios, por los estrenos y los aplausos es una manera muy superficial de vivir. Trabajar porque estoy cumpliendo con lo que está en mi destino y hacerlo con una gran sonrisa es lo que nos da paz. Las demás cosas vendrán pero no tenemos que esperarlas.
Ser humilde, ser humilde, ser humilde, me lo repito mil veces.
Bajo mi cabeza al piso, gracias tierra porque me dejas caminar sobre ti, gracias aire porque me das vida, gracias agua porque me hidratas y gracias fuego porque me purificas. No necesito más.
Gracias, mil veces gracias universo por esta experiencia, por agarrarme de la mano y enseñarme a crecer entre el lodo. Gracias por dejarme florecer como un loto.
¡Namasté! ¡Hari Om!
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